Admito que la política
me encanta, me encanta seguir unas elecciones al segundo, me encantan
los debates de las tertulias en los programas de televisión, dándome
igual el signo político. También me encanta ver como se construye
un país a través de la política y admito que me encantan los
debates calientes o no en la calle de las personas que hablan de
política. Así mismo, también me encanta que de pronto la gente
haya tomado conciencia de que hay que estar pendiente de la política
y sus efectos sobre la ciudadanía en muchos ámbitos. Alguien podría
pensar que soy un friki de esto o como suele suceder en casa de mis
padres que uno de ellos opine que no es un tema del que se debe
hablar porque no nos da nada, para hablar de cosas como el fútbol u
otras materias tan importantes para el ser humano.
Pero detesto al
militante, sea de base o este en la cercanía de la dirección de una
formación al nivel que sea. Por alguna razón que desconozco el
militante es un señor que no tiene una única opinión en lo
referente a un problema idéntico que ocurre en su formación o en la
formación rival y que por supuesto ha perdido objetividad y
neutralidad. En una charla sobre política se puede hablar de
cualquier tema en cualquier tono y de cualquier modo pero en cuanto
alguien dice una frase como: mi partido
o me debo a.... puede
decirse que la conversación ha terminado. El debate es inexistente
ya que el militante, por norma, no defiende la política o la acción
política sobre el ciudadano, sino las acciones y la política de “su
partido” frente al partido rival. Recientemente por mor de la
campaña de las elecciones europeas terminadas hace dia y medio
estuve hablando con varias personas tanto en redes sociales como en
la calle y me tope con algunos de estos elementos que son los
militantes. Era hablar de las elecciones, de la crisis o de las
situaciones en los parlamentos autonómicos y otras instancias y
todos repetían esa odiosa frase: “mi partido”. A algunos de
ellos les dije claramente:¿y te crees lo que te dice tu partido?, la
respuesta era obvia. Admito que me daba cierto pavor. Soy sólo una
persona medianamente informada y me daba cuenta de que en las
formaciones hoy al menos ni si quiera llegan al medianamente
informados... y mejor no digo la hereje expresión de: sinceramente
informados. A ninguno de estos militantes les he escuchado o leído
palabras como: pobreza, malnutrición, fraude, cambio, alternativa o
sinceridad.
Lo
peor, en el caso de los militantes de los dos grandes partidos es que
ni siquiera pasan por su cabezas expresión: “tenemos que cambiar”.
Esperan sin duda que sean los tiempos los que cambien para seguir
viviendo como se vivía antes pero no en el país, sino en “su
partido”. La escasa asistencia de voto, augura un mal futuro para
los militantes, pero aun un peor futuro para todos nosotros porque
realmente nadie esta pendiente de lo que a mi me encanta: la
política. Que es la que a fin de cuentas tiene efectos sobre el
ciudadano y no “mi partido”.
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