Arnaldo Otegi ha ganado la pugna al estado con una sentencia a su favor en el tribunal de Estrasburgo que condena al estado a indemnizarle con una cantidad notable y una disculpa por vulnerar su derecho de libre expresión. Sí que es verdad que Otegi como casi toda la izquierda abertzale siempre será moral y éticamente reprobables en su discurso, pero legal y democráticamente están en su derecho a expresarse según los términos de la constitución española esa sobre la que juran aquellos que luego se la saltan a la torera en casos como este o como esa aberración inconstitucional llamada la ley de partidos, por la cual a grandes rasgos si no condenas atentados o no condenas la muerte de alguien eres posiblemente un amigo de una banda terrorista y no te puedes presentar a unos comicios.
Personalmente este personaje siempre me ha caído especialmente mal por lo hipócrita de su discurso, pero me alegro de su victoria y me avergüenzo del estado que ha tenido que recibir lecciones de ética y legalidad democráticas allende nuestras fronteras. Que no te guste lo que un asno diga no quiere decir que haya que amordazar al asno, como es costumbre en el imperio ibérico. Lo que espero de Arnaldo Otegi es que realmente presente un proyecto para Euskal Herria veraz y coherente, dejándose los rebuznos habituales en el establo, establo donde debería estar todo lo anti-democrático, como la caverna franquista o el terrorismo medieval de ETA.
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